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Fábula de Pla Ventura

DESENCANTO

  • Número de capítulos publicados: 100
  • Publicación semanal cada miércoles
 
  Publicación del próximo capítulo: miércoles 25/09/2024  
 
   DESENCANTO: Capítulo # 45 07/09/2010
  EL MAGO VOLVIÓ A NACER  

E

l Presidente de Colombia, decidió quedarse en Cali, hasta tanto concluyeran los dos días de velatorio oficiado a las víctimas, de la tragedia aérea. Ese lapso, ya había pasado y, en la mañana del tercer día dispuso que lo acompañaran para visitar a los que sobrevivientes. Tanto Lucía Ostos como Rodolfo Martín estaban internados en un hospital central de la ciudad caleña y, el mandatario, antes de regresar a Bogotá, quería conversar con ellos, puesto que él era totalmente consciente del milagro que había supuesto que se salvaran solamente dos personas de semejante desastre aéreo; Dios, indudablemente, dejó que vivieran porque alguna misión importante les tenía asignada porque, de otra manera, jamás se podría entender. Y él como hombre político que era, sintió que era oportuno ir a expresarles personalmente a ellos, el beneplácito que toda Colombia sentía de saberlos vivos y recuperándose. Además era éste, también su sentir personal, como ser humano y, dado que él era el representante máximo de su pueblo, consideró su deber, hacerle saber a los sobrevivientes lo que sentía el pueblo colombiano por ellos.


La idiosincracia de El Mago, bien podría parecerse a la de El Pana, un gran artista de los ruedos en México.

Allí se personó entonces, en el hospital San Juan de Dios  y los directivos y personal  de dicho centro asistencial  se sintieron muy a halagados con la visita presidencial.

Preguntó, en primer lugar, por su compatriota Lucía Ostos que, según los médicos, estaba en un estado muy grave y, aunque  consideraban que su vida no corría inminente  peligro, la tenían en la UVI. (Unidad de Vigilancia Intensiva) porque su estado, a causa de las múltiples heridas y politraumatismos severos sufridos, aún era de intenso cuidado. El Presidente se tuvo que conformar entonces, con verla solamente a través del cristal de dicho habitáculo y, lamentablemente, no pudo intercambiar palabra alguna con ella.

Por el contrario, Rodolfo Martín El Mago se encontraba en una habitación de planta de dicho hospital y, sí podía recibir visitas; aunque  en realidad, pese a estar  herido como estaba, y necesitar del afecto y cariño de la gente, se hallaba en otro país y, en consecuencia, pocas visitas recibiría; además había muerto su amigo y, como él dijera, en Colombia no tenía “cuate” alguno más. Muchos periodistas habían querido entrevistarlo y también gente de su mundo de los toros pero, El Mago se negó con rotundidad. Su ánimo no estaba para tales dispendios.  Así que muy lejos de su mente quedaba que una persona pública como el Presidente de Colombia acudiera a visitarlo.

En el hall de entrada se quedó  la comitiva presidencial  alertados ya, que el matador no quería recibir visitas, entonces por respeto y acatando su voluntad decidieron dejar solo al Presidente que subiera a verlo.

El doctor Cantalejo que había asistido a los heridos de la catástrofe, acompañó al Presidente a la habitación de  Rodolfo Martín, El Mago.

El doctor abrió la puerta de la habitación y, los dos guardaespaldas presidenciales otearon la misma, uno de ellos se adentró ágilmente al recinto y revisó rápidamente el baño y el ventanal, el otro se quedó en la puerta con el Presidente y el doctor.

El doctor sonreía nerviosamente, pero como todo este procedimiento duró menos de un segundo, cuando los dos hombres de seguridad se apostaron uno a cada de la entrada, simplemente le dio tiempo a decir:

-Permiso Rodolfo, - y sin esperar respuesta, invitó al mandatario a entrar -¡Pase usted, señor Presidente!

El  Presidente se dirigió entonces a Rodolfo muy amablemente para preguntarle por su salud.

-¡Buenos días! ¿Cómo está usted, maestro?

Y respondió El Mago:

-Buenos días – respondió muy por lo bajo y bastante  adormecido El Mago. Así todo, nada le había pasado inadvertido. Fijo sus ojos en el hombre que se le paró al lado de la cama, e intrigado le dijo-  A usted lo he visto yo en la televisión; ¿es acaso amigo de Luís Arango?

Rodolfo Martín, aún se encontraba afectado por los calmantes que le habían suministrado y también por el enorme stress emocional que sufría, por lo tanto, era muy razonable que  -tal vez-  no hilvanara adecuadamente sus pensamientos y no acertara  a comprender que lo estaba visitando, -nadie más ni nadie menos- que el  Presidente de Colombia  y, después de todo, tan mal ubicado no estaba, ya que no es una visita que por lo general, una persona común espera. Claro, que él no era alguien “común“ya que, además de ser un diestro con destacada fama entre los que entienden el arte de torear, era uno de los dos, sobrevivientes de un infierno. Pero eso, él aún, no lo tenía muy asumido.

El doctor Cantalejo,  intentó disculpar  al Mago  ante el Presidente.  Es posible, - decía el doctor- que el señor Martín  haya perdido un poco la memoria; y,  que su mente no razone como debiera; sepa usted señor Presidente que, el sock sufrido ha sido inmenso  y además le estamos suministrando muchos analgésicos debido a sus heridas y quebradura. Imaginamos que tardará bastante tiempo en volver a recuperar su normalidad; su cuerpo se curará pronto, pero nos preocupa su mente.

El Presidente, sin emitir palabra, simplemente le hizo un gesto con la mano al doctor, para asegurarle que entendía perfectamente la situación y que el protocolo, lógicamente, en este caso, era lo de menos. Y dirigiéndose al Mago, le dijo, en un tono muy amable:

-Soy el Presidente de Colombia y, si bien he tenido la dicha de conocer a Luis Arango, no he tenido la dicha de ser su amigo. Me hubiera gustado, y no se preocupe matador,  no se preocupe por nada. Todos los que estamos aquí, estamos para servirlo y ayudarlo a recuperar su salud, que es lo único que ahora nos debe importar a todos pero, principalmente, a usted. Imagino que los doctores aquí presentes, lo están atendiendo muy bien y ya le han contado o le contaran a su debido tiempo, con detalles, todo lo que le pasó y lo que se espera de usted, en lo referido a su salud. ¡Gracias a Dios – exclamó el mandatario, extendiendo ambos brazos hacia Rodolfo y, haciendo un escrutinio, con la mirada, de su persona - , al menos así a simple vista, yo lo veo muy bien!

Estoy aquí para brindarle mi ayuda –continuó diciendo-; y, ya me contaron los motivos por los cuales vino usted a Colombia y, su gesto, maestro, permítame decirle fue admirable y digno de un buen hombre y de un buen amigo.

Sepa usted, aunque aún no lo comprenda, que ha sido acreedor de  una bendición  del Cielo al salvar su vida. Algo muy importante, tiene planeado el Señor para usted y también para la señorita Ostos, a quien también el Cielo, le salvó su vida. Ambos, alguna misión sospecho, que tienen que llevar a cabo sobre esta Tierra. Así sea, simplemente la de manifestar agradecimiento a Dios –quien siempre será, pase lo que pase, fuente de toda razón y justícia-  amando la vida, por sobre todas las demás cosas de este mundo.

Y despreocúpese maestro por cualquier otra cosa que no sea recuperar su salud. Todos los gastos que conlleve su recuperación están pagos por las respectivas pólizas de seguros de la compañía aérea y los que no, se hará cargo el pueblo colombiano. Y cuando usted sea dado de alta  tanto su embajada, como nosotros le facilitaremos los medios necesarios y el pasaje para que usted pueda volver a México.

Tras la alocución del presidente, de momento, El Mago recuperó la lucidez; no se sabe si por completo o, por el contrario, simplemente porque supo discernir el momento tan especial que estaba viviendo. Y, Rodolfo, emocionado, respondió:

-Muchas gracias, señor Presidente, es un detalle muy lindo el que ha tenido usted conmigo; me siento muy reconfortado con su presencia. He salvado la vida pero,  en realidad, lo que quiero salvar es  mi alma, mi mente; estoy confundido. No puedo parar de llorar; no se si lloro por mí o por todos los compañeros de pasaje fallecidos. Me siento muy mal, señor  Presidente. Yo vine para acompañar al “cuate” Arango; como usted sabe, había muerto un hermano suyo en un accidente y, como quiera que éramos amigos, por dicha razón vine con él para consolarlo; y, ¡fíjese en que ha quedado el consuelo!  Me brindó un toro hace muy pocos días en La México; allí confirmó su alternativa y, el toro de la ceremonia, lo que sería su bellísima faena me lo dedicó. ¡Era un tipo estupendo,  señor Presidente! Necesito recuperarme aquí junto a ustedes; no se si me marcharé de Colombia; si lo hago es por mi madre que está viejita y necesita de mi compañía; pero sí le digo que, cuando me vaya, por Dios, que no subo nunca más a un avión; será por barco, si es que me voy.

-Tranquilo, Rodolfo, - dijo el Presidente- quiero que se sienta usted como en su casa; ante todo, mi único deseo es que se recupere usted bien y si decide quedarse, no dude que Colombia será su hogar. Es un honor para mí compartir estos momentos con usted y que me haya recibido; es más, era un deber de colombiano interesarme por usted y por la señorita Ostos con la que  lamentablemente no he podido platicar. Soy yo el  agradecido, ya que no todos los días uno tiene el privilegio de hablar con un sobreviviente. Si bien -recapacitó el Presidente- en todas partes del mundo incluso de este país, hay muchos sobrevivientes y no precisamente de catástrofes aéreas, sino de la indiferencia y otros males, remediables si, nosotros los hombres, quisiéramos remediarlos. Cosa que yo, como hombre y dirigente de este país y de este gobierno estoy de a poco remediando y haciendo remediar. Pese a que los medios le den más prensa al caos que al cosmos

-Claro, señor  –dijo Rodolfo- Los medios, por lo general  quieren regocijarse más con el drama que con el arte. Porque, a la gente pareciera que le gusta más la tristeza que la alegría; será también, porque por lo general, y gracias a gobernantes diferentes a usted, les dura más. Es por esto, que yo no he querido recibir a ninguno de ellos, porque a ellos, siento que lo que les interesa es vender prensa con mi drama y, de mi persona, lo único que yo puedo vender es mi arte en los ruedos. No me gusta que se comercie con la sangre, con los cadáveres, con los heridos o moribundos, o con esas otras miserias humanas, como dice usted; cuando salga del hospital, antes de partir –si es que me voy- haré unas declaraciones para todos los medios, pero para decirles que estoy bien y gracias a Dios, vivo; ahora lo que me importa tal como me ha aconseja usted es mi salud y, ante todo, mi recuperación anímica. Gracias, señor  Presidente, que Dios lo bendiga por su gesto y su cariño. Jamás lo olvidaré.

El Presidente abrazó a Rodolfo para despedirse y le dijo:

-Aquí tiene usted el teléfono de mi secretario particular y, si decide quedarse en Colombia o necesita cualquier cosa, no dude en llamarme. Será un honor atenderlo. Me siento feliz porque, en este abrazo, amigo, he sentido que he abrazado a un recién nacido que conserva la sabiduría de sus otras vidas, por lo tanto, espero que viva usted muchos años.

 

 
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  Autor: Nilda Machado 08/09/2010
  Luís...

Increíble desenlace...

Inesperado para mí... ¿Qué puedo decirte?... Nos ganaste la partida con tanta expectativa...

Sin duda, tu magia para novelar es increíble...
Quizás, si hubieses salvado a la parejita... LUÍS Y LUZ... la credibilidad resultaría menor...

Es indudable, que eres genial...

Veremos que pasa...

Dios te bendiga.

Nilda Machado.
 
  Autor: Cristina 07/09/2010
  ¡ Hola Luis !

¡ Que increíble el giro que tomo tu obra amigo ! … ¡ Jamás hubiera pensando que iba a suceder lo que sucedió ! …

Primero la muerte tan infortunada del hermano de Arango, luego él y su amadita en este maldito accidente de avión … ¡ y todo terminó ahí ! … y esa madres que quedan rotas … más, la de Luis.

¡ Por suerte al menos … se salvó este tipo … El Mago ! … y una azafata … ¡ Qué tragedia ! … Y pensar que esto no es ciencia ficción, sino cosas que pasan … pero uno es como que no piensa que le puede llegar a pasar a uno o a la gente de uno …

Aunque yo si lo pienso. No me gustan los aviones.

De todas maneras me alegro que al menos se haya salvado este torero tan mágico como decía Arango que era … y lo que le rindió la mayor de las admiraciones.

Esta vez sí que se “ arrojó de ESPONTÁNEO “ otra vez … pero en la vida. Espero que la aproveche y la sepa vivir.

Así que veremos que pasa entonces …

Al menos, aquí se lo ve bien … Realmente cuesta creer la suerte que tuvo … accidentarse con un avión en vuelo y a punto de aterrizar … y estar así … hablando coherente nada más ni nada menos que con un Presidente …

¿ Se parece al Pana … este personaje ? … ¡ JA JA JA ! …

¡ Claro ! … no podía ser de otra forma … El Mago está dotado entonces, de una chispa divina muy especial … la chispa del Brujo de Apizaco …

¡ Hum ! … me parece, en consecuencia, que se va a poner MUUUYYY INTERESANTE la novela … porque según me has contado, este sujeto, El Pana no deja indifirente a nadie. Ni con su arte ni con su persona.

Pero Luis … pro fa … ¡ qué no muera más gente ! … ¿ Sí ? … ¡ Cambiá de pluma !.

Espero expectante los próximos capítulos.

¡ GRACIAS amigo … hace sufrir … pero está muy linda tu novela !.

Un abrazo.

Cris