E l Mago, innegablemente, era el centro de atención de aquel plató televisivo. Todas las miradas estaban centradas en su persona y, mucho más, tras presenciar como se desarrollaba la conversación con la periodista. Si de algo podía presumir el diestro es de personalidad; nadie como él, dentro y fuera de la plaza. Todo un personaje que, su bondad, como pudimos saber, era más grande que su arte. Y eso ya se le puede llamar grandeza. Noemí estaba como contagiada con su personaje y seguía con las preguntas.
- En realidad, maestro, ¿quién es usted, como se define?
-Soy un ser humano normal y corriente que, en los toros y fuera de los mismos, he querido siempre buscar un mundo más justo. La cruel sociedad en que vivimos me ha cortado muchas veces las alas; digamos que no he podido llevar a cabo todo lo que he anhelado; pero me cabe el orgullo de haberme dado a los demás como Dios me daba a entender. Definirme, señorita, creo que es muy sencillo; soy el que usted y los espectadores están viendo. NO tengo doble fondo; soy el que ustedes están viendo y, lo que es mejor, parezco el que verdaderamente soy.
-Una curiosidad que tengo. ¿De dónde le viene a usted el apodo de El Mago?.
- Muy sencillo. Toreaba yo mi primera novillada en La México en que me anuncié como “El Enterrador” por aquello de haber sido sepulturero. Tuve un éxito tan grande que, desde los tendidos, una señora gritó: ¡Tiene magia el chico!. Y mi apoderado de aquel momento, un hombre sagaz como pocos llamado Ezequiel Castro, no lo dudó un segundo y, a la llegada al hotel me dijo: “Nada de Sepulturero, te llamarás a partir de hoy, El Mago” Y me ha ido muy bien; ciertamente, suena mejor mi actual apodo, ¿cierto?.
-¿Qué es la magia para usted?.
-Mire una cosa; la magia es el cincuenta por ciento en el toreo. Pobre del torero que no tenga magia; no será nunca nada. Además de lo que el torero es capaz de realizar dentro de una plaza de toros, la magia no es otra cosa que aquello que el espectador es capaz de imaginar y, al envolverlo en lo que ha visto, se queda cautivado y se marcha a su casa toreando por las calles. Esos componentes llamados ilusión y creatividad, al final dan como resultado la magia de la que hablamos.
-¿Qué es para usted el amor?.
-Yo soy el propio amor, chamaquita. El amor viene de Dios y, si somos portadores de dicho sentimiento estamos más cerca de la vida. No podría entenderse mi vida sin el amor; con lo fuerte que me ha sacudido la vida, sin el amor que tengo por todo, me hubiese derrumbado y, hasta me hubiese quitado la vida. Y sí, sospecho que usted ha querido referirse al amor carnal entre un hombre y una mujer; estuve enamorado una vez. Me casé una vez con una gringa y, no hubo concordancia entre nosotros. Y no la culpo; yo he sido demasiado bohemio como para formar parte del colectivo del estereotipo del matrimonio y esas cosas que, al final aburren al ser humano. Deje que le diga que, como suelen decir, el matrimonio es la tumba del amor y, así me pasó a mí. Pero mire usted, para mi dicha, he tenido mucho amor por parte de muchas muchachitas; he saboreado el placer de amar, a mi manera, pero amor a fin de cuentas.
-¿Vive usted en el mundo en el que cree que le corresponde?
-Para nada. Yo soy lo contrario al arquetipo de la sociedad actual. No me gusta el juego que en el mundo de hoy se plantea para la vida humana, en general, y; tampoco como se dieron algunos aspectos de la mía, en particular, pero no tengo otra e, inevitablemente, tengo que ir sorteando obstáculos, saltando barreras para poder ser el que yo pienso que soy. Mi sentido iconoclasta de la vida en nada se parece al modelo de sociedad en que vivimos. Jamás le hice daño a nadie; es más, siempre me preocupé por mi prójimo, porque veo demasiadas injusticias que me parten el alma.
-¿Qué nos dice usted de la política?
-Soy apolítico por completo; que Dios me perdone, pero al respecto me siento el presidente de la república independiente que es mi casa. Al hablarme usted de este tema, recuerdo el axioma de La Madre Teresa y me uno a su sentir; si, mujer, cuando una vez un colega suyo le preguntó por el mundo de la política, ella dijo: “Yo no puedo darme el lujo de la política; una vez estuve cinco minutos escuchando a un político y, en ese lapso de tiempo se me murió un viejecito en Calcuta”.
-Perdone si soy indiscreta con usted. Ya sabe como somos los periodistas. Nos han dicho que anda usted de amoríos con nuestra cantante Judith Canales. ¿Es cierto esto?
-El destino quiso que la conociera, gozamos de una buena amistad y, por su belleza y talento, mucho me gustaría gozar de su amor.
-Nos sobrecoge el hecho de saber que usted confesó muchas veces que no le importaría morir en la arena, pero creando arte frente a un toro. ¿No es esa una afirmación surrealista?
-Se lo dije con anterioridad; me aterran los aviones pero, los toros me producen gozo y placer y, es muy cierto; como quiera que todos tenemos que morir, yo le pido a Dios que me diera la gloria de morir creando arte y escuchando los vítores de los aficionados. Sería mi muerte ideal.
-Ante sus próximos compromisos en Colombia, ¿qué les diría usted a los aficionados para que acudieran a verle?
-Una sola cosa: si pretenden saber cómo es la magia, ahora tienen la oportunidad de vivirlo en directo. No defraudaré a nadie, siempre, claro está, con la colaboración de mis enemigos. Estoy gozoso de pensar que, en breves días, por vez primera en mi vida y a mis años - ríe El Mago- me vestiré de torero para ustedes y, juntos, espero que gocemos al unísono con todo lo que tengo en mente para dichas actuaciones. Le pido a Dios que deje aflorar mi arte para deleitar a propios y extraños; y así les nazca del corazón exclamar que ¡viva la magia!.
-Maestro: Ha sido un gusto tenerle junto a nosotros; hemos disfrutado de sus ocurrencias, de su sentido particular para con la vida y, en definitiva, en poco rato, hemos tenido el gusto de conocer, en profundidad, al Mago. Que tenga mucha suerte, que Dios lo bendiga y que consiga los éxitos que anhela. Estaremos junto a usted. ¡Hasta pronto!
-¡Gracias y “hasta pronto” - es mi deseo también - chamaquita! |