i en la tarde la expectación que creó el Mago en la plaza de toros era inusitada, no menos lo estaba siendo en el hotel en aquella rueda de prensa en que todos estaban ávidos por preguntar al diestro.
-Maestro: si la definición de la magia no es otra que hacernos ver lo usual en una faena, pero ejecutado de una manera sobrenatural y, en su caso, totalmente sin artilugios, porque usted es la propia magia, elevada al cubo, no en vano lo que usted hace, además de mágico, es real.
-Yo soy mago por la gracia de Dios; nada hice para ello y mucho menos lo estudié en universidad alguna. Como siempre, todo depende del toro; si éste quiere, la magia está servida; si se niega, tenemos que echar manos de los recursos lidiadores. Pero sí, tiene gracia que mi vida se circunscriba desde siempre junto a la magia porque, como ustedes saben, de chamaco fui vendedor de periódicos, sepulturero, panadero y repartidor de bultos en la estación de ferrocarril de mi pueblo. Como digo, una bendición divina, para que luego digan que los milagros no existen.
-¿Cómo se encuentra, Rodolfo?. Y se lo pregunto porque en la voltereta que ha sufrido usted en su segundo enemigo, todos la hemos sufrido junto a usted.
-Dolorido, muy dolorido. Mañana quizás me acerque al hospital para que me hagan un examen radiológico; no debo tener nada partido, pero los golpes han sido dramáticos. Faltaba, para mi dicha, la salida en hombros que me ha terminado de machacar; pero ha sido hermoso lo vivido junto a ustedes; ahora, otro en mi lugar, quizás estaría acostado reponiéndose de las dos “palizas” recibidas; pero lo primero son ustedes que tanto han creído en mí; mañana, si Dios quiere, iré al médico y, como les digo, podré descansar.
-¿Hay algo en particular que le haya cautivado por completo en Colombia y, muy concretamente en Cali?.
No podría quedarme con una sola cosa ó una sola persona aunque, si lo hiciera, sería con esta bellísima mujer que me acompaña; pero han sido ustedes muy generosos conmigo y el día que me vaya de aquí, me llevaré a Colombia en mi corazón. He quedado cautivado por todo y por todos; desde que me atendieron en el hospital tras el accidente del avión, hasta la salida en hombros de esta tarde, todo han sido atenciones para mi humilde ser.
-Como se demuestra, maestro, ha encontrado usted el amor junto a nosotros, esa bella mujer que lo acompaña y, a la que todos nosotros admiramos como eximia artista, de nuestro país, es el ejemplo de lo que le digo, ¿ verdad ?.
-Sí, amigo; no tenemos nada que esconder. Nos amamos y pretendemos vivir el día a día; es decir, saborear el presente que, como ustedes saben, es la estación en la que todos pasaremos el resto de nuestras vidas.
- ¿Habrá boda, Rodolfo?.
-Mire, amigo; yo creo en el amor y, como tal, si es verdadero no creo que haya que firmarlo en parte alguna; se firman los contratos de trabajo, las compraventas, pero el amor nace del corazón, por tanto, está exento de todo contrato. Quizás que, pronto, en México o Colombia, Judith y este que les habla es posible que compartan su vida.
-Corre el rumor, señor Mago, que le han pagado a usted una fortuna por esta tarde. ¿Es consciente usted que con el dinero que usted ha percibido en esta su actuación se podría alimentar a miles de niños que no tienen nada para comer?.
-Y con el sueldo que gana usted en su cadena televisiva podríamos decir lo mismo, ¿no le parece?.
Deje que le diga que, un torero jamás cobrará lo que debiera porque su vida está en juego; un torero juega con la muerte y, fíjese – se quita la chaqueta y la camisa El Mago – mi cuerpo está lacerado a cornadas; o sea que, el dinero de los toreros siempre está justificado. Y justamente, haciendo honor a la que usted dice, y ahí está Carlos Martínez, mi mozo de espadas que, previamente a la corrida, me acompañó a la asociación de niños huérfanos que, como el mundo sabe, les voy a entregar el cincuenta por ciento de mis honorarios; otro treinta por ciento a otra asociación de disminuidos y, el veinte por ciento restante, ¿sabe para que lo quiero?. Para enviárselo a mi madre que, viejita como está necesita de mi ayuda y, tanto ella como mi hermana se sentirán dichosas cuando reciban el giro con el dinero. A mí me sobra todo porque para mí fortuna, unos amigos caleños me han “becado” desde que llegué a Colombia; junto a ustedes me siento como más cerca de Dios.
-¿Y cómo valora usted tanto el dinero si en realidad usted no es capaz de darle valor por aquello de acaudalarlo como hace todo el mundo ?
-Sencillamente, porque como usted debe saber, solamente lo barato se compra con dinero. ¿ Habría plata en el mundo para que, con dinero, pudiera yo haber hecho la obra bella que construí para ustedes?. ¡Es imposible! . ¿Verdad?. Por eso, desde siempre, el dinero que gané procuré que el mismo sirviera para hacer felices a los demás porque yo ya lo soy creando mi arte frente a los toros.
-Está usted tocando la gloria con sus manos en Colombia, maestro. ¿Qué hubiera sido de usted de haberse quedado en México?.
-Dios lo tiene todo previsto. Siempre dije que a lo largo de mi vida pasé por momentos muy amargos, de una gravedad extrema; cornadas, sinsabores, traiciones, desencantos y, cuando todo lo creía perdido, sucedía el milagro para que yo recobrara la ilusión, la autoestima, las ganas de vivir y, por supuesto, siguiera creando bellas páginas llenas de arte. Colombia ha sido, como antes dije, un milagro en mi existencia, como otros tantos que se produjeron en México en mi dilatada vida.
-¿Cómo recuerda su pasado como enfermo por la bebida?.
-Aquello ya pasó y, gracias a Dios, superé aquel horrible trance que me tuvo al borde de la muerte; más que de la muerte, casi en el precipicio del suicidio porque, como se sabe, en muchas ocasiones por las traiciones que recibía, no le encontraba sentido a mi vida, y, desdichadamente, me refugiaba en el alcohol.