P or un momento, dada la expectación que Ingrid había formado ante el evento de su alternativa, hasta daba la sensación de que había eclipsado al Mago.
Rodolfo Martín, gran protagonista y centro de atención en el mundo de los toros desde que arribó a Colombia, quedaba en un segundo plano ante los medios informativos; naturalmente que, la figura de Ingrid, arropada por sus hechos, eran la noticia que conmovía a los círculos taurinos. Sin embargo, el hecho de que Ingrid fuera la gran estrella de una historia tan conmovedora, ello hacía feliz a Rodolfo que, sólo anhelaba la plena satisfacción de la mujer que amaba.
El Mago seguía en compañía de Ingrid en la emisora citada en la que, Hernán Zapata continuaba con las preguntas a la torera.
- ¿A quién le guarda rencor, Ingrid?
-El trasfondo de su pregunta tiene tintes capciosos, de eso no me cabe la menor duda. Pero si me permite le diré que, pese a todo, le sigo dando gracias a la vida que me ha dado tanto. Más allá de todo lo sufrido, si basara mi vida junto al rencor, éste hubiera venido hacia mi persona como un efecto boomerang y, sin duda, ahora no sería tan dichosa como soy. Recuerde que yo amo por convicción y olvido por devoción.
- ¿A no tener nada, le llama usted “tanto”?.
-Es cierto que no tengo nada material; pero fíjese si la vida es hermosa que me ha dado satisfacciones que no las podría comprar ni con todo el dinero del mundo. ¿Con qué dinero hubiera yo podido comprar el hecho de tomar la alternativa, ahora, en breve y a mi edad? Es imposible. ¿Cuánta plata debería de haber acaudalado para encontrar el amor? ¡Y lo tengo! El dinero, aunque ayuda, no es la felicidad y si me lo permite deje que le confiese que yo soy feliz.
-¿Es usted consciente de que va a jugarse la vida y que puede perderla?
-Por supuesto que sí; pero si pierdo la vida seguro que encuentro la gloria. Permítame el eufemismo, pero morir en el ejercicio de mi profesión, en algo que tanto amo, en realidad sería como tocar el cielo con las manos, pero de forma directa.
-Ante un acontecimiento tan relevante en el que será usted la gran protagonista, ¿qué prefiere, la cornada o el fracaso?
-Si usted me deja elegir, el éxito, que es lo que siempre anhelamos los toreros. Es más, nuestra mentalización es siempre positiva; ningún torero ni el más loco de ellos, es capaz de pensar en la cornada y, mucho menos, en el fracaso. Este es un ejercicio que, auspiciado por el arte y dominando la fiereza de un toro bravo puede uno tocar la “gloria” desde la misma arena de la plaza de toros.
-Por cierto, señora Ingrid: ¿cómo entiende usted que será la reacción del público cuando le vean frente al toro?
-Si me obsequian con el respeto, con ello me sentiré muy recompensada; lo demás ya lo pondré yo. No quiero favoritismos por aquello de ser mujer; ni pretendo lagrimeo alguno por parte de nadie; quiero jugarme la vida como mis compañeros y, del resto, Dios dirá.
-Tengo una curiosidad como periodista. ¿A quién le brindará usted el toro de su alternativa?
-Al único ser que ha creído en mí como torera y como mujer; se llama Rodolfo Martín El Mago, aquí presente a mi lado. Toda la satisfacción que me está dando ahora la vida se lo debo a él, un modelo de hombre y un artista irrepetible.
-He leído en algún medio, Ingrid, de su cariño hacia El Mago; incluso hemos visto algunas fotos publicadas en una revista en que está usted cogida de la mano del Mago paseando por las calles caleñas. Decía usted ser amiga del diestro mexicano pero, en realidad, ¿no habrá algo más en sus vidas?
-Por supuesto que sí – afirmó Ingrid con rotundidad -Rodolfo es el amor de mi vida; el hombre que ha sabido hacerme totalmente feliz; el ser humano más bello que he conocido en mi vida que, para mi dicha, un día, en la soledad de mi habitación me susurró al oído: TE AMO, Ingrid.
-O sea que, además de ser un acontecimiento de una magnitud inusual, justamente, el hecho de que usted se doctore como matadora de toros en Bogotá, que su padrino sea el amor de su vida, ello tiene tintes increíbles, ¿verdad?
-No creo que algo tan lindo haya sucedido muchas veces; pero ha sido el destino el que ha confabulado junto a nosotros para que, ahora, Rodolfo y yo seamos los mas dichosos de este mundo. Como digo a diario, le sigo dando gracias a Dios por tanta bendición; hace pocos meses yo era una pobre desdichada sin horizonte alguno y, ahora mismo, soy la persona más rica de este mundo.
-Le doy las gracias Ingrid –dijo Hernán- por habernos contado sus emociones y sensaciones; nos ha alegrado usted el corazón. Que siempre le vaya bonito y, de mi parte, le aseguro que el día de su alternativa, allí estaré para dar fe de cuanto allí ocurra. Un abrazo para usted y para El Mago aquí presente. |