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Autor: Felipe Medina Muñóz
16/05/2009
BIBIANA AÍDO, UNA INDECENTE DISPOSICIÓN

D

esde la perspectiva científica, para que un aborto no pueda ser considerado un asesinato desde el punto de vista penal, primero debe establecerse científicamente cuándo un embrión –que es un ser vivo- es o no un ser humano. Varias son las opciones: cuando el embrión o feto tienen la capacidad de moverse, en el momento en que se desarrolla el sistema nervioso, al iniciar la función cerebral o cuando comienza a latir el corazón. Los científicos no terminan de ponerse de acuerdo. Por ello, cada gobierno establece un tiempo “no muy avanzado” y unas condiciones personales mínimas para poder abortar.

Desde el punto de vista religioso, las cosas han ido variando a lo largo de los años. Hasta 1869, la Iglesia católica decía que el feto se convertía en un ser con alma después de 40 días de la concepción si era varón y 80 días si era mujer; una observación por parte de los curas muy paradójica e incongruente. Después de 1869, el papa Pío IX estipuló que el aborto significaba eliminar una vida humana.


¿Se imaginan si este niño hubiera sido abortado?

Pero lo verdaderamente grave y sinónimo de una sociedad decadente, sin rumbo, ideales y sumida en el crepúsculo, no es que una señora de treinta años y con tres hijos decida abortar después de un fallo en sus medidas anticonceptivas. Lo que escandaliza es que aunque legalmente los chicos y chicas de 16 años no pueden fumar, ni conducir, ni votar, ni siquiera ir de excursión sin previa autorización paterna, pero dentro de poco podrán elegir si abortan o no sin necesidad de autorización de los tutores. No podemos juzgar a nuestros jóvenes como adultos, así maten, roben, violen... pero si pretenden darles libertad para que aborten. Es decir; socialmente se considera que los chicos de 16 años no tienen la capacidad suficiente para elegir a sus representantes públicos mediante sufragio universal, sin embargo podrán optar por el aborto, a través de la nueva ley que el Gobierno está a punto de aprobar.

Dicen algunos “expertos” que el problema de los embarazos no deseados –que son los que terminan en aborto- se debe a la falta de educación sexual. Y es curioso, porque vivimos justamente en la llamada “era de la información”, donde cualquier gilipollas con un ordenador es capaz de aprender desde física nuclear hasta chino mandarín.

El problema no puede ser más grave, pues como explico, niñas de 16 años, podrán decidir libremente, al margen de la opinión de sus padres, si abortan o no. Las consecuencias de la aberrante ley serán sin duda nefastas, atroces y despiadadas. Bibiana Aído Almagro, la ministra gaditana, encargada de desarrollar la detestable ley, en torno a mi punto de vista personal, ha dejado de tener mi credibilidad y respeto. Una ley de tal calado, solo puede venir dada de una mente ruin y perversa. Es del todo intolerable, detestable y denigrante. Hemos caído en lo más bajo, en los lodos más escabrosos, en la moral más impúdica y en la indecencia más repulsiva y repelente.

El tema del aborto, se empeñan en decir es un tema demasiado complejo; para mi no, es un asesinato en toda regla, pues es bien claro y patente que se interrumpe el desarrollo de una vida humana. Sin embargo, hay opiniones para todos los gustos; desde los que lo definimos como un asesinato hasta los que sostienen que debería ser totalmente libre. Pero todo eso da igual, porque lo importante es seguir manteniendo nuestra sociedad libre y contenta, donde las consecuencias de nuestros actos no nos molesten. Y si lo hacen, los tiramos por el váter cañerías abajo. Y eso es lo que han hecho la ministra Aído y sus secuaces del partido del puño y la flor, dar satisfacción, mediante una ley repugnante y majadera, para que los alcornoques que ahora se erigen en el poder, continúen manteniendo el mismo flujo de votos. Lo malo es que el desenfreno y perversión escandalosas de estos ineptos desmañados, esta dando al traste con las verdaderas libertades, la decencia, educación, valores humanos, respeto a la vida y estabilidad social.

Abortar es un asesinato porque se esta exterminando a una criatura humana que no ha pedido ser concebida y mucho menos morir. A ningún político del universo le corresponde dictar leyes al respecto, pues la propia naturaleza y la ley de la vida, ya se han encargado sabiamente de dictarlas. Pero menos aún, debe corresponder este tipo de decisiones a una niña de 16 años.
Para más inri, la nueva legislación que quiere aprobar el Gobierno, pretende que la nueva ley de interrupción voluntaria del embarazo incluya algún punto que obligue a los hospitales públicos a derivar a una determinada unidad a las mujeres y niñas que deseen abortar, para evitar que el derecho de los médicos a la objeción de conciencia les obligue a hacerlo en una clínica privada. Ósea, que con el dinero con que todos contribuimos a través de nuestros impuestos, crearan una especie de infraestructura para aniquilar seres humanos en gestación. No creo que Bibiana Aído y sus secuaces tengan nada que criticar en torno a los campos de exterminio nazis. ¿Acaso no es parecido lo que ellos fomentan?

En cualquier caso, la ministra Bibiana y todos los que desde el pesebre de la política apoyan el desatino de esta locura, deben considerarse unos afortunados ya que, si cuando a todos ellos los engendro su padre, hubiera existido la ley que ahora pretenden aprobar, quizá hubieran ido por una cañería. 

 
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