C on la puerta abierta se vive mejor, hay esperanza, alegría y vida.
Abrí mi corazón y encontré palabras para ti; el amor por la libertad nos ha encontrado. Como me hubiera gustado coincidir contigo, cara a cara en mi camino, Y charlar un ratito a la mañana temprano cuando la niebla quiere descubrir poco a poco el paisaje gallego; te hubiera enseñado como era llegar a O Cebreiro; pueblo de meigas, de magia, donde conviven los diferentes con el resto, armonizándolo todo; lo vi en los árboles y en sus gentes, fue sin duda la etapa más bonita del camino de Santiago. En ese camino donde aparecen tus iguales, en cualquier momento, recorres el mismo suelo pero encuentras gente de todas las partes del mundo. Yo también me enamoré de México como tú; fue mi primer viaje de verdad, apenas tenía 22 años y con mis primeros ahorros tuve la suerte de conocer esa tierra que huele a vida, la riqueza de sus colores en todos los lugares, la plaza Garibaldi que alegría; allí se escuchan los mariachis como se come la Pasta en Roma. La profundidad en los ojos de la gente, su mirada triste y la gran acogida que te hacen. Descubrí el Pacífico, el más azul, el más salvaje, que belleza y el Caribe con la cultura Maya, los contrastes de agua, luz y color, ese país tiene algo que no se puede explicar con palabras; te invita a sentir, a quedarte allí a vivir. De la ciudad de la Luz, me gustó todo; las pinturas de Gauguin, por su inspiración con lo salvaje, y las del Holandés; como luchó arriesgando su propia vida por pintar y pintar, tuvo que morir para tener un lugar en el mundo del arte, pero cumplió su sueño; Si Señor...
Atrás queda una niñez y una adolescencia donde era difícil encajar, nada era mío, solo el dolor de no saber quién era y para que había venido. Por eso un día cogí un solo camino que me llevaba al fondo de mi corazón para conocer las cosas importantes; atravesé caminos de piedras, sendas de flores, viajé por varios países buscando mi verdad sin saber que estaba dentro de mí, pero me gustaron las etapas.
Escuché de mis ojos a diferentes autores, que hablaban de lo que ellos habían vivido. Neruda, hablaba del amor; que era corto y el olvido largo, yo no quise creerle pero él tenía más experiencia. Me gustó Bucay; porque contaba cuentos y yo le entendía muy bien, él hablaba para los niños en un lenguaje universal y te dejaba a ti buscando la moraleja. Con Krishnamurti, yo sabía que tenía razón en lo que decía, pero no le entendí. A muchos otros leí, pocos me entusiasmaban de verdad, había distancia entre nosotros. Pero un día llegaste tú, con un lenguaje tan sencillo, lo entendía tan bien, te sentía tan cerca que desde entonces has estado en mi mesilla sin separarte ni un minuto. Quiero que seas mi amigo y que te quedes para siempre, que yo al igual que tú me siento terriblemente sola y maravillosamente libre. Tenerte cerca eso quiero; para caminar mi camino y tu el tuyo, contigo aprendí que dentro de cada uno está la semilla del amor y la libertad. |