E sta es la tercera vez que sigo cómo evoluciona la crisis: en China, cuando vivía mi hija allá; ahora en España, y avizoro cómo pintan las cosas en Venezuela.
Si hay una idea valiosa, digna de ser rescatada de entre este maremágnum de información que ha traído consigo la crisis del Covid 19, es la de la interdependencia, un concepto extrapolable a infinidad de situaciones.Vi un interesante post que planteaba: “A la persona que compró 20 frascos de jabón desinfectante para las manos: ¿no se ha dado cuenta de que para preservar su salud es preciso que los que le rodean puedan lavarse las manos también?”
Es eso. Estamos sintonizados con la idea de atender nuestras necesidades individuales y, de repente, hay una situación que no se resuelve satisfaciendo nuestros propios requerimientos: nuestra protección depende del bienestar de los que nos rodean. Ya no se trata solo de la idea de necesitar de los otros en caso de caer enfermo, al estilo de Martin Niemöller (“Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”); se trata de que, cuidando a otros, nos estamos cuidando también a nosotros mismos.
Nuestra compañera Linda Dambrosio Un maravilloso texto que se ha hecho viral, suscrito por un filósofo italiano, Morelli, afirma: “corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos”. Es un concepto que podría muy bien aplicarse al impacto negativo que surtimos continuamente sobre el planeta y que inevitablemente ha de revertirse contra nosotros.
Muchos se preocupan con respecto al curso que pudiera seguir la situación en Venezuela. Es cierto que hay dos factores que inciden negativamente en la prevención de la enfermedad: la escasez del agua, que repercute en la higiene, y el debilitamiento de muchos que vienen llevando una inadecuada alimentación. Pero, sin embargo, hay un recurso que está al alcance de todos: el quedarse en casa.
Esta es la tercera vez que sigo cómo evoluciona la crisis: en China, cuando vivía mi hija allá; ahora en España, y avizoro cómo pintan las cosas en Venezuela. Las autoridades han actuado con rapidez pidiendo que se eviten las actividades que propicien las aglomeraciones.
Es necesario insistir en la importancia de evitar el contacto con otras personas. Esta enfermedad tiene tres rasgos que complican el que se le pueda poner coto: en primer lugar, es altamente contagiosa. El virus no flota en el aire: se deposita sobre las superficies y ello hace que pueda permanecer sobre los objetos, infectándonos cuando los tocamos. En segundo lugar, es difícil saber quién la padece y quién no.
Una persona puede tener la enfermedad y estar contagiándola aun antes de que aparezcan los síntomas. Sin prueba, no es posible determinarlo. Usted puede estar con una persona aparentemente sana en la que está gestándose silenciosamente el mal. La tercera característica es que no existe un tratamiento específico: todo depende del sistema inmunológico de cada quien. En la mayoría de los casos, la persona desarrolla por sí misma los mecanismos que le ayudan a superar la enfermedad, pero es cierto que puede complicarse.
Otro asunto es que, debido a la facilidad del contagio, se enferman muchas personas simultáneamente, lo que satura la capacidad de los hospitales para atender no solo a los aquejados por el virus, sino a cualquier persona que precise de cuidados médicos. Ante ello la solución es, de nuevo, evitar la posibilidad de contagio.
Cobra vital importancia lo que hagamos unos por otros para superar esta situación codo con codo, como señala Jorge Drexler en su más reciente canción, inspirada en lo que está sucediendo. Se trata de asumir la repercusión que tiene, sobre el bienestar colectivo, cada una de nuestras acciones individuales. |