M i vida se torna extraordinaria, digamos que todo un festín teniendo amigos de la calidad de Ángel Asunción Rubio que, para nuestra dicha, y así se lo queremos contar al mundo, somos, sin duda que nos albergue, las únicas personas en el globo terráqueo que, para nuestra suerte, hasta hemos desafiado las leyes de la técnica actual para mantener una relación epistolar el uno con el otro mediante las cartas manuscritas.
Tengo claro que, si la juventud, o cualquiera que maneje la actual tecnología que, -dicho sea de paso tiene muchas cosas buenas- tras vernos a nosotros con nuestras cartas manuscritas seguro que todos quedarían boquiabiertos porque no lo entenderían. Para suerte de Ángel Asunción, entre otras de sus muchas virtudes, no sabe lo que es un ordenador y, por consiguiente para qué sirve puesto que, como él me decía, si dejamos que la tecnología nos invada hasta el alma, ¿qué será de nosotros?
Ángel Asunción junto a su libro emblemático Sentencia bellísima la del amigo que, para su fortuna, y lo mía porque él me arrastró hasta el precipicio de su cultura, somos afortunados por aquello de seguir manejando la inmortalidad de la letra impresa pero, de nuestra grafología y caligrafía, un hecho inusual pero que dice todo de nosotros; ante todo, este hecho revela que todavía quedamos románticos de la vida por aquello de seguir manteniendo costumbres ancestrales que ya pasaron a mejor vida.
Sabernos únicos en el mundo a este respecto, amigo Ángel, es algo que me emociona, a su vez, no sabe la gente lo que se pierde con no practicar este menester de antaño que, hogaño, hasta tiene más vigor que nunca. Cualquiera, seguro estoy, de recibir una carta manuscrita en su domicilio envida por un amigo, caería derretido ante tan bella noticia. Como digo, lo extraño en los tiempos que corremos, un amigo del alma como ángel Asunción y este que le quiere, somos ambos afortunados en nuestra suerte por aquello de seguir platicando mediante nuestra caligrafía de puño y letra.
Es una pena que, la técnica haya matado por completo aquellas costumbres tan maravillosas como eran las cartas manuscritas. Cartas que, en su momento lograron que naciera Correos como medio de “transporte” para que dichas palomas mensajeras volaran hacia todos los destinos del mundo. Claro que, los tiempos han cambiado mucho y, mientras Correos antaño repartía cartas personales de toda índole, ahora se reparten paquetes de Amazon y millones de cartas de los bancos en la que, a diario, por supuesto, suelen dar malas noticias.
Nosotros, Ángel Asunción y este que escribe, para algo somos viejos, para burlarnos de la tecnología absurda que ha matado las relaciones humanas de todo tipo, la que ha trastocado al mundo para dejarlo en un solar desmantelado, la que ha maldecido al ser humano para que éste sea infeliz, la que ha logrado que muera la comunicación y viva el bulo maldito de todo aquello que publican por la red que, sin duda alguna, nada tiene que ver con la vida y mucho menos con el ser humano.
A veces llegan cartas que, sin dudar, nos hablan de la vida, de la amistad, del cariño verdadero que, todo ello, aunado, no es otra cosa que una prueba de amor entre seres humanos. Ante un hecho como el citado, solo le pido a Dios mucha salud para seguir disfrutando de este manjar del alma que nada tiene que ver con la zafiedad en la que vive el mundo actual. |